Perspectivas de Salud
La revista de la Organización Panamericana de la Salud
Volumen 7, Número 1, 2002

Páginas:  Page 1  |  Page 2  |  Page 3       Imprimir:  Text Version Índice  Índice de Artículos  

Cara a cara con las consecuencias

por Josh Jackson

 Garífuna community in Honduras
(Photo ©ODECO)
Entretanto, la epidemia de SIDA está tomando proporciones crecientes, si bien no siempre evidentes de inmediato. "No sabemos que ciertos niños son huérfanos del SIDA si no nos lo indican o preguntamos", observa Stansbury. En efecto, el año pasado nadie conocía con certeza el número de huérfanos, más allá de decir que eran muchos. También se ve a muchas personas de las que se sospecha que están infectadas, pero no está claro sin averiguación y las personas no anuncian su seropositividad. No obstante, durante una sesión de campo de dos semanas, dice, "no entrevisté a nadie que no conociera a alguien que había enfermado o había muerto de la enfermedad. Pocos eran los que no tenían a algún miembro de la familia afectado".

Se suma a esta tragedia humana el hecho de que las víctimas son, como dice Stansbury, "quienes menos se pueden permitir sus consecuencias". Los 180 dólares por mes que Yolani X gastó en monoterapia para su madre fue una pesada carga para su familia. La "terapia triple" ahora recomendada costaría más de 1.000 dólares por mes y no es una opción para la gran mayoría de garífunas de la costa norte. El mejor tratamiento de que disponen no es sino la compasión de la familia que ve morir a un ser querido.

"La mayoría de los garífunas con SIDA que reciben tratamiento se lo envían miembros de la familia que residen en Estados Unidos", dice Sierra. "Lo que realmente nos preocupa es que la mayoría de ellos no siguen una pauta terapéutica adecuada. Se limitan a tomar el medicamento hasta que se agota, y luego lo dejan. Meses después, reciben otro. Ahora están en una situación dramática".

Una muerte a solas

Los garífunas no son los únicos hondureños que están sufriendo de SIDA. El país tiene la tasa más alta de SIDA en Centroamérica. Sin embargo, predomina la incomprensión acerca de la enfermedad y su forma de transmisión. El Dr. Nestor Salavarría, de la Clínica el Buen Pastor, describe una visita a una mujer mestiza que estaba muriendo de SIDA:

 Woman dying of AIDS
(Foto ©Nestor Salavarría)
"Tratando de orientar a un nuevo colega médico, visitamos una comunidad y preguntamos si había casos de SIDA. Sí, había un caso y nos dieron la dirección exacta de la casa. Cuando llegamos, la puerta se encontraba abierta. Entramos y en el fondo yacía una mujer postrada y muy enferma. Cerca de ella, en el piso, había café y frijoles. Nos relató que cada día un niño le dejaba comida y salía corriendo. Pero la señora no podía comer por sí misma. Nuestro colega sintió mucha compasión y propuso que oráramos por ella. Le regaló un billete de 100 lempiras y ella lo apretó en su puño. Decidimos volver al día siguiente pero, lamentablemente, la mujer ya había muerto. Buscamos a su familia pero no aparecíó. Los vecinos nos dijeron que la habían enterrado rápidamente y habían quemado sus pertenencias. Encontramos afuera de la casa su cama de madera recién quemada, su ropa y sus utensilios para comer y aquel billete de 100 lempiras quemado por la mitad".

La organización neoyorquina de Mirtha Colón, Hondureños contra el SIDA, pretende que tengan acceso al tratamiento los garífunas con SIDA necesitados. Colón se dio cuenta de que la enfermedad era un problema creciente entre los garífunas de Nueva York en 1992. "Sabíamos que la epidemia estaba convirtiéndose en una amenaza para la comunidad porque todos aquí conocían a alguien con SIDA. Fuimos a Honduras y vimos que eso también era un problema allá."

Colón estableció una relación con ODECO, una organización local de mujeres en Honduras, y empezó a recaudar fondos para dar medicamentos a los pacientes con SIDA allí. Ambas organizaciones juntas proporcionan medicamentos a un grupo de 40 garífunas, pero las necesidades siguen siendo enormes.

Médicos sin Fronteras también ha empezado recientemente a prestar atención a enfermos de SIDA en el norte de Honduras, pero como clave para frenar la epidemia siguen viéndose la educación y la prevención. Más de 100 voluntarios en las comunidades de Limón y Santa Fe han colaborado y ayudado a difundir el mensaje. Vicente Loredo, voluntario y entrenador principal del equipo local de fútbol por la conciencia sobre el SIDA, cree que han llegado a sus destinatarios.

Pero la tarea sigue siendo abrumadora en muchos aspectos, pues sobrepasa la salud individual para llegar a la estructura social de las comunidades garífunas. En una escuela que visitó Sierra, uno de cada cuatro niños había perdido a por lo menos uno de sus progenitores por esta enfermedad.

Los garífunas empiezan a enfrentarse con la verdad sobre el VIH/SIDA en el momento en que se observa que la epidemia está alcanzando niveles que antes sólo se habían visto en el África subsahariana. Entre tanto, los doctores Sierra y Salavarría están buscando nuevas fuentes de financiamiento para apoyar sus esfuerzos. "Existen posibilidades de reducir esta epidemia, dice Salavarría. Pero, desde luego, necesitamos ayuda para poder proseguir este valioso proyecto."


Josh Jackson es el director de comunicaciones de la Luke Society, organización misionera médica cristiana con sede en Sioux Falls, Dakota del Sur.

 left arrow  left arrow  left arrow Volver al índice left arrow  left arrow  left arrow