Perspectivas de Salud
La revista de la Organización Panamericana de la Salud
Volumen 7, Número 3, 2002

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Obesidad: el gran desafío

Este es el último número de Perspectivas de Salud del año 2002, año en que la Organización Panamericana de la Salud celebró su primer centenario y por lo tanto corresponde cerrarlo con un fuerte ¡hurra! y no sigilosamente. Hemos elegido una de las provocativas y humorísticas obras del conocido colombiano Fernando Botero para que ilustre este número. Esto no implica que la obesidad, tema de nuestro artículo principal, sea materia de broma; sugiere en cambio que se está convirtiendo con rapidez -como Botero parece considerarla- en parte de la condición humana.

La obesidad ha alcanzado las proporciones de una epidemia mundial. Lo que antes era sólo un problema de los países ricos hoy en día aqueja también a las naciones en desarrollo. Los expertos señalan que en los países más pobres la obesidad suele coexistir con la malnutrición y, al igual que ésta, debe considerarse como una enfermedad nutricional -no sencillamente como una abundancia descontrolada.

Si bien es verdad que durante varios decenios la obesidad ha sido un problema de salud pública en los países desarrollados, los mensajes destinados a combatirla, por lo general, responsabilizaban principalmente a la persona. Pero, actualmente quienes abogan por luchar contra la epidemia nos están diciendo -de forma muy convincente- que gran parte del problema se debe a los cambios culturales y del entorno. Junto con la globalización y la urbanización han llegado grandes excedentes de comida, el mercadeo masivo de alimentos ricos en calorías, el aumento del trabajo sedentario y la omnipresencia de las máquinas que ahorran mano de obra. Estas condiciones hacen que, potencialmente, sea más fácil ser obeso que no serlo.

La investigación médica dedica mucha atención al problema de la obesidad, pero todavía no ha logrado explicar cabalmente los mecanismos biológicos que la generan. Las mejores estimaciones atribuyen a los factores hereditarios entre el 15 y el 33 por ciento del total de las causas de obesidad. Entre los adelantos recientes de la investigación genética se encuentra la identificación de la proteína leptina, que ayuda a regular el apetito y el metabolismo. En octubre de este año, se descubrió el gen "HOB1", que según los investigadores podría ser "uno de los 10 ó 12 genes importantes que inciden en la obesidad y el metabolismo". Estos avances aumentan las esperanzas de utilizar medicamentos basados en los genes para el tratamiento de la enfermedad. Sin embargo, la genética no ha sido capaz de explicar el surgimiento acelerado de la obesidad como fenómeno mundial, ya que los genes no cambian en 10 años, sino a lo largo de miles o millones de años.

Entonces ¿cuál es el papel de la salud pública? No hay una respuesta única. Los programas de prevención, en particular los que se dirigen a los niños y las escuelas, son importantes en los países en desarrollo y en los desarrollados, debido a que la obesidad infantil está aumentando en ambos. Walmir Coutinho, coordinador del Consenso Latinoamericano para la Obesidad, destaca que las investigaciones muestran que "en las sociedades en transición, el ingreso es un factor determinante en la obesidad, pero la educación tiende a ser un factor de protección". Aduce que en los países en desarrollo la educación es la clave para controlar la epidemia.

Otros dicen que se necesitan con urgencia nuevas recomendaciones sobre alimentación que tomen en cuenta los resultados más recientes de la investigación sobre nutrición y obesidad. Por ejemplo, hoy en día se sabe que no todos los carbohidratos son iguales y que resulta más difícil para el organismo convertir en grasa los carbohidratos complejos que los carbohidratos simples que abundan en los alimentos refinados. También se sabe que no todas las grasas son iguales; las grasas saturadas y las grasas trans contribuyen a las enfermedades cardíacas, mientras que los aceites que provienen del pescado, las nueces y otros productos vegetales protegen el corazón. La forma en que el consumo de grasas influye en el apetito y el metabolismo sigue siendo tema de debate.

Otro tema que presenta numerosos interrogantes fue abordado por un grupo internacional de expertos convocado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los expertos advirtieron que la utilización de indicadores normalizados de peso por edad podía llevar a una "grave subestimación" de la obesidad en las poblaciones que padecen de retraso en el crecimiento. En América Latina, alrededor de 90 millones de personas se benefician de los programas alimentarios. Pero, con el uso de mediciones apropiadas, se podría determinar que sólo 10 millones de estas personas verdaderamente presentan bajo peso. Esta observación suma nuevas complejidades a este difícil problema.

La importancia de hacer frente a la epidemia mundial de obesidad fue tratada oportunamente este año en la Asamblea Mundial de la Salud, en Ginebra, en la cual los países miembros de la OMS hicieron un llamamiento a la directora general para que se formule una estrategia mundial relativa al régimen de alimentación, la actividad física y la salud. Esto, según los expertos internacionales en obesidad, representa un inmenso desafío. Contrarrestar las grandes fuerzas que entran en juego -"los entornos obesogénicos" y "las transiciones nutricionales"- es una tarea descomunal, que podría exigir, tal como se señala en nuestro artículo principal, que reflexionemos acerca de lo que realmente representa un mejor nivel de vida. Millones de personas tendrán que aprender que algunas de las cosas que se esfuerzan por conseguir y otras que dan por sentadas en la vida moderna no son necesariamente beneficiosas para la salud.

Donna Eberwine
Redactora

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