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Perspectivas de Salud
La revista de la Organización Panamericana de la Salud
Volumen 8, Número 3, 2003

 

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La batalla de la biotecnología (2003)

por Donal Nugent
Los alimentos modificados genéticamente anuncian una nueva era para la seguridad alimentaria y una mayor prosperidad en las Américas. Pero es necesario abordar las dudas del público respecto de su inocuidad.

 Corn
Las variedades de maíz convencionales de México pueden adquirir los rasgos transgénicos a través de la polinización cruzada con maíz modificado genéticamente, que está prohibido oficialmente. Foto cortesía del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)

Hacia el año 1500, los Incas del Perú habían establecido un sistema agrícola sumamente complejo apoyado por el Estado. Irrigadas por canales, construidas en las inclinadas laderas de las montañas y separadas por muros de piedra, las terrazas se utilizaban para cultivar hortalizas hasta entonces desconocidas en Europa, a saber: tomate, papas, oca, pimientos, y en las tierras bajas, maíz y algodón. A partir de variedades salvajes crearon nuevas cepas genéticas que producían cosechas tan abundantes, que bastaban para alimentar a un imperio. Para la gente de la Edad de Piedra, esto representaba la vanguardia de la biotecnología.

Actualmente, el Perú moderno adopta una posición más cautelosa frente a un avance igualmente innovador en la agricultura. Su gobierno ha prohibido los cultivos de plantas modificadas genéticamente (MG), ya que considera que no se conoce lo suficiente acerca de su impacto ambiental.

Hace 50 años, la publicación del trabajo de James Watson y Francis Cricks que identificaba la doble estructura helicoidal del ADN anunciaba una nueva era de la ciencia. En 1964, la Revolución Verde recibió el impulso de la introducción de variedades híbridas de arroz y trigo con alto rendimiento. En 1978, los científicos ya habían demostrado el valor práctico de la biotecnología al producir insulina humana por medio de bacterias modificadas genéticamente (antes de esto, los diabéticos dependían de la insulina que se obtenía de cerdos).

En 1994, Monsanto, la compañía de semillas, reveló una nueva variedad de soja lograda gracias a la ingeniería genética, que era resistente al herbicida glifosato. El glifosato es un herbicida eficaz, particularmente interesante desde el punto de vista ambiental porque es menos tóxico que otros y se descompone más rápido en sustancias relativamente menos dañinas. La nueva soja necesitaría menos aplicaciones de plaguicida, facilitando la gestión del medio ambiente al tiempo que aumenta la productividad.

Diez años después, las cosechas resultantes de la biotecnología representan la adopción más rápida de una tecnología nueva en la historia de la agricultura. Hoy en día, el 46% de la cosecha de soja proviene de semillas MG; y la cuarta parte de toda la producción de maíz de Estados Unidos también es MG.

 Soybean field
La soja modificada genéticamente representa casi la mitad de la producción total de soja en todo el mundo. Brasil modificó recientemente la prohibición que existía sobre esta producción en vista de la siembra generalizada del producto en el sur del país. Foto cortesía de Monsanto Company

Pero no todos han recibido ese cambio con entusiasmo. Inicialmente, la Unión Europea aceptó las importaciones de soja y maíz modificados genéticamente procedentes de Estados Unidos; pero una fuerte reacción de los consumidores impulsó una moratoria de cinco años para cualquier nueva variedad, a partir de 1998. Luego, ese mismo año, se decidió conceder licencias para los cultivos MG estudiando cada caso en forma particular. No obstante, muchos consumidores europeos no están convencidos. En fechas tan recientes como el 18 de julio de este año, el periódico británico The Guardian anunció que había amenazas de disturbios civiles si se introducían cultivos MG en Gran Bretaña.

Las posiciones encontradas entre Estados Unidos y Europa acerca de los alimentos MG son importantes por derecho propio pero, además, afectan a otros países en todo el mundo. El año pasado, Zambia figuró en los titulares internacionales cuando su gobierno rechazó el maíz MG que le ofrecía Estados Unidos como ayuda alimentaria, por temor a que sus ciudadanos "se envenenaran" y porque esa aceptación podía perjudicar sus relaciones comerciales con Europa.

En el continente americano, los dos principales países productores de alimentos de América Latina han adoptado posiciones opuestas. Argentina se ha convertido en el segundo productor de alimentos MG, principalmente de soja, pero también de variedades de maíz permitidas en la Unión Europea. Mientras que Brasil, el segundo productor de soja en el ámbito mundial, se negaba hasta hace poco a autorizar cualquier variedad de cultivos MG. A pesar de todo, la soja MG ya se ha sembrado en algunas zonas del Brasil debido a que los agricultores encuentran que es más productiva y más fácil de cultivar que las variedades comunes.

Duda y necesidad

En este debate está en juego mucho más que los temores de los consumidores bien alimentados del mundo desarrollado. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), más de 50 millones de personas en todo el mundo sufren de malnutrición crónica; por eso, los defensores de los alimentos MG aducen que éstos deberían tener una función fundamental en atender las necesidades de esas personas y las de las poblaciones futuras.

 Mexican farmer
El 80% de las plantaciones mexicanas de maíz son de pequeña escala. En éstas, dicen los expertos, las variedades actuales de maíz modificado genéticamente no serían apropiados. Las restricciones del gobierno han obstaculizado la investigación sobre variedades nuevas que podrían ser más adecuadas. Foto cortesía del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)

Desde 2000, la Fundación AgBioWorld ha recabado firmas de más de 3.200 científicos para apoyar la agricultura MG en el mundo en desarrollo. Entre quienes firmaron se encontraba Norman Borlaug, quien ganó el Premio Nobel de la Paz en 1970 por haber promovido métodos agrícolas mejorados que se conocen como la Revolución Verde.

"La mayoría de los científicos agrícolas, incluyéndome a mí, creemos que en las próximas décadas la biotecnología nos traerá grandes beneficios para satisfacer nuestras necesidades futuras de alimentos y fibras”, escribió Borlaug en el número de octubre de 2000 de Plant Physiology.

Los críticos de la biotecnología aducen que, a pesar del hambre, los alimentos MG representan más riesgos que beneficios. Greenpeace sostiene que los productos MG pueden producir alergias y resistencia a los antibióticos, y que "contaminan genéticamente" a las especies silvestres y los ecosistemas.

La comunidad científica considera que tales argumentos son infundados o sumamente exagerados. En un manifiesto emitido en septiembre de 2002, la Sociedad Estadounidense de Toxicología opinó: "Las pruebas científicas a nuestro alcance indican que los posibles efectos adversos que pudieran surgir de los alimentos derivados de la biotecnología no son de naturaleza distinta a los ocasionados por los métodos comunes de reproducción. Por lo tanto, resulta importante reconocer que la atención deberá centrarse en evaluar la inocuidad del producto alimentario en sí mismo, y no del proceso de elaboración".

La gran división

Si la biotecnología fuese la nueva Guerra Fría, entonces Chile podría ser su improbable muro de Berlín. Este país, aislado entre el océano Pacífico y las montañas andinas, y con una zona de cultivos muy pequeña (sólo el 3% del territorio es arable), ha sido capaz de explotar su geografía para asegurar su participación en los mercados internacionales, en lo que parecían ser empresas mutuamente excluyentes, como alimentos orgánicos y semillas MG.

Control del riesgo
Como parte de las iniciativas para promover la inocuidad de los alimentos, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) colabora con los países de la región en la actualización de sus sistemas de inocuidad alimentaria para que incorporen los alimentos MG. En febrero, la OPS, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentacion (FAO), organizaron una reunión en el Instituto Panamericano de Protección de Alimentos y Zoonosis, en Buenos Aires, Argentina, acerca de la inocuidad de los alimentos MG y de la capacidad de la región para reglamentarlos.
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El país tiene una población de 16 millones de habitantes y el 20% vive por debajo de la línea de pobreza. Desde 1992, la ley chilena ha permitido la importación de semillas que se "multiplican" y luego se exportan, pero no se siembran para la producción de alimentos.

Carlos Muñoz Schick, agrónomo del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias, dice que la política agrícola de Chile consiste en fomentar la participación del país en los mercados internacionales al desarrollar las empresas especializadas, en vez de competir con países como Argentina y Brasil en la exportación de productos básicos. Como resultado, Chile ha introducido en su canasta para la exportación cultivos no tradicionales como kiwi, arándanos y hortalizas orgánicas; hace poco ha comenzado a domesticar frutos silvestres autóctonos como la murtilla. En el marco de esta estrategia, la biotecnología puede desempeñar un papel importante.

"La biotecnología puede ayudar a desarrollar nuevos nichos del mercado, al mejorar la calidad de nuestras frutas y hortalizas, crear nuevas tecnologías, nuevos cultivos, por ejemplo, mejor adaptados al medio ambiente de nuestros países", dice Muñoz. Y agrega: "Crear nuevos empleos es imperativo para nuestra economía".

En un análisis similar se fundamenta la investigación reciente sobre la posibilidad de criar en el país un tipo de salmón MG. Chile, uno de los mayores proveedores de salmón en el mundo, estudia la posibilidad de producir una variedad MG que crece cuatro veces más rápido que el salmón común. La reacción de los consumidores en los mercados de exportación será un factor decisivo en su comercialización definitiva.

La relación entre los agricultores partidarios de los productos MG y los que cultivan alimentos orgánicos no carece de controversias. Desde su inicio, a principios de 1990, el gobierno ha mantenido en secreto la ubicación de las granjas que utilizan semillas MG. En enero de 2002, luego de un litigio con los productores orgánicos, un tribunal chileno ordenó al Servicio Agrícola y Ganadero revelar la ubicación y propiedad de las tierras plantadas con cultivos transgénicos. Esta decisión fue objeto de apelación. Las preocupaciones de los productores orgánicos aumentaron cuando, a finales de ese año, Francia devolvió a Chile dos lotes de semillas de maíz debido a que el material transgénico que contenían estaba por encima del umbral permitido de 0,5%.

En los últimos 13 años, Argentina y Brasil se han convertido en proveedores importantes del mercado mundial de productos básicos. Según estadísticas del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), la producción de soja en ambos países aumentó a más del doble; en Argentina, la producción de trigo y maíz aumentó en un 75% y un 105% respectivamente; y en Brasil, la producción de maíz subió un 40%.

 Genetically modified corn
El maíz modificado genéticamente se seca en un tallo en una plantación de maíz del medio oeste de Estados Unidos. Al menos una cuarta parte de toda la producción de maíces de Estados Unidos es hoy modificada genéticamente. Foto cortesía de Monsanto Company

A finales de los años 90, Argentina pasó de una moratoria de facto sobre los productos MG para convertirse en el principal cultivador comercial fuera de Estados Unidos. El uso de algodón MG se autorizó por primera vez en la temporada de siembra 1996–97, y al poco tiempo se otorgaron también permisos para la soja MG. Hoy en día, el 90% de toda la soja producida en Argentina es MG. Además, el país cultiva maíz modificado genéticamente que resiste a los insectos y tolera los herbicidas.

Sin embargo, en Brasil la política gubernamental ha sido de oposición a los productos MG, aunque el país posee su propio sector de investigación en biotecnología que goza de renombre mundial. Brasil, por ser oficialmente un productor de productos básicos "no MG", se ha convertido en el proveedor preferido para muchos importadores de la Unión Europea. Pero, un informe del USDA, elaborado en 2001, indicaba que entre el 20% y el 40% de la soja sembrada al sur del Brasil es MG. Otros cálculos revelan que esta cifra sería del 80%.

Para hacer frente a la creciente presión, en septiembre de este año, el gobierno brasileño emitió un decreto ejecutivo que permite a los agricultores sembrar soja MG -pero sólo a los que ya tenían las semillas y únicamente durante las temporadas de siembra de 2003 y 2004. Además, los agricultores deben aceptar la responsabilidad financiera por todo daño ambiental que pudiera resultar.

Entretanto, el gobierno del Brasil ha permitido a los investigadores realizar pruebas de campo con una amplia gama de cultivos transgénicos. Varios institutos de investigación financiados por el gobierno, un sector privado brasileño de biotecnología y empresas multinacionales de ciencias de la vida, están participando en pruebas con tabaco, papas, maíz dulce, papaya, caña de azúcar, algodón, maíz y soja.

Como un iceberg

A nivel mundial, la proporción de productos biotecnológicos comercializados en relación con los que se han desarrollado en laboratorios viene a ser algo así como un iceberg por encima y por debajo de la línea de flotación. El Consejo Internacional de Información sobre Alimentos, con sede en Estados Unidos, ha identificado lo que llama una "segunda generación" de productos mejorados por medio de la biotecnología que muy pronto podrían estar en los supermercados. Entre ellos se cuentan aceites comestibles con concentraciones más altas de estearatos (por lo tanto, no hay que someterlos a hidrogenación), melones sin semillas y del tamaño adecuado para una porción, tomates con más licopeno (un poderoso antioxidante), papas con mayor cantidad de almidón que absorben menos grasa, y fresas con más ácido elágico (un anticancerígeno natural). A esto se suman numerosos productos no alimentarios que también se están desarrollando.

żAmenaza al maíz?
Por ser el punto de transición entre la zona templada de América del Norte y las zonas neotropicales de América Central y del Sur, México es uno de los países con mayor riqueza en diversidad biológica de todo el mundo. En su territorio se encuentran tanto las variedades modernas como las antecesoras silvestres de maíz, calabaza, cacao, papa, tabaco, pimientos, papaya y algodón. éstas son importantes por derecho propio, pero también como bancos de genes para las nuevas variedades cultivadas del futuro.
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Chile es uno de los países latinoamericanos que no están dispuestos a quedarse atrás. En junio de 2003, la Comisión Nacional para el Desarrollo de la Biotecnología publicó un informe acerca del futuro de la biotecnología en el país. Allí se instaba a que Chile aprovechara la oportunidad para mejorar su competitividad por medio de la aplicación de la biotecnología. Pero a la vez, recomendaba la elaboración de un marco regulador bien definido.

Otros hechos indican que la biotecnología se está aceptando cada vez más en América Latina. El año pasado, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Perú y Venezuela firmaron la Declaración de Cancún del Grupo de Países Megadiversos con Espíritus Afines, junto con China, India, Indonesia, Kenia y Sudáfrica. La declaración reconoce "la urgente necesidad de formar recursos humanos, de crear capacidad institucional, así como de formular un marco legal y políticas públicas para que los países puedan tomar parte activa en la nueva economía asociada con la utilización de la biodiversidad biológica, los recursos genéticos y la biotecnología".

En marzo de 2004, Chile será sede del primer Foro Mundial de Biotecnología, coauspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y el gobierno chileno. Allí se reunirán todos los sectores para abordar las dificultades y las oportunidades de la biotecnología en el mundo en desarrollo. Para los países del continente, este foro podría indicar que el enfoque sobre esta tecnología está cambiando, de una mirada cautelosa hacia cómo aprovecharla para beneficio de la región y de sus habitantes.

Donal Nugent, periodista irlandés, es becario en periodismo científico del Council for Agricultural Science and Technology, en Washington, D.C.

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