Revista Perspectivas de Salud
La revista de la Organización Panamericana de la Salud
Volumen 8, Número 2, 2003

 
 
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ÚLTIMA PALABRA
Las duras lecciones del SRAS
por Robert J. Howard

Cuando la directora general saliente de la OMS,Gro Harlem Brundtland, anunció en junio que se había logrado "parar en seco al SRAS", mucha gente a través del mundo suspiró con alivio. Sin embargo, algunos miembros de la comunidad de salud pública piensan que es poco probable que el síndrome respiratorio agudo severo realmente "haya desaparecido". Si empezara a propagarse de nuevo –o si apareciera otra nueva enfermedad peligrosa– ¿qué hemos aprendido de esta crisis que pudiera ayudarnos a hacer frente a un nuevo brote?
 

Para saberlo, retrocedamos en el tiempo; no precisamente a noviembre del año pasado, cuando se empezó a hablar de una nueva y extraña enfermedad que estaba apareciendo, sino a mediados del siglo XIX, cuando el legendario John Snow demostró que una sola bomba de agua era el origen del contagio de cólera que había afectado a numerosos londinenses. Snow era la quintaesencia del epidemiólogo perseverante que, con mucho esfuerzo, le siguió la pista a la epidemia hasta llegar al origen de la infección, apoyó sus conclusiones con documentación científica y logró resultados impresionantes con la solución que propuso.

Ahora, retornemos a los últimos 20 años, que están colmados de historias acerca de médicos y expertos en medicina, talentosos y dedicados, que arriesgaron su salud y bienestar para acudir al sitio de un brote particularmente peligroso y allí observar, tomar nota e informar rápidamente sobre sus resultados. Las infecciones causadas por virus -los hantavirus, ébola, Lassa, Marburg y el del Nilo Occidental, además del ántrax, la peste, la fiebre del valle del Rift, el dengue, la dracunculiasis- son todos ejemplos recientes de la forma en que la experiencia, los conocimientos técnicos y los recursos, locales, regionales y mundiales se trasladan al lugar de la crisis y se coordinan desde puntos distantes para determinar la causa y las posibles soluciones a los brotes de enfermedades.

En cada investigación de este tipo hay algunos principios fundamentales que sirven de base para tomar medidas de salud pública bien fundamentadas, eficaces y honestas:

  • Todos los datos se deben recopilar, agrupar y compartir de una manera rápida, inteligente y científica.
  • Los gobiernos deben colaborar plenamente en la investigación porque está en juego la salud de sus representados.
  • Bajo ninguna circunstancia se debe poner en tela de juicio la ciencia, ya que los resultados sustentarán una determinación definitiva acerca de cómo controlar y prevenir que continúe la propagación de una enfermedad.

Pasos en falso

En el caso del SRAS, no sabemos cuántas vidas se hubieran salvado -y cuánto perjuicio económico se hubiera evitado- si los funcionarios de China (los provinciales tal vez aun más que los de nivel nacional) hubiesen revelado con más prontitud que había una epidemia y hubieran solicitado antes la ayuda internacional. No tenían que mirar más allá de Hong Kong para ver el mérito de la transparencia y la colaboración internacional. En 1997, cuando Hong Kong estaba en proceso de volver a la jurisdicción china, hubo una epidemia de influenza de aves. Pidieron ayuda y la Organización Mundial de la Salud (OMS) respondió, con el apoyo de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, y en forma rápida y eficaz tomaron medidas para frenar la propagación de la enfermedad.

Por el contrario, la información acerca de la epidemia del SRAS en China fue escasa y sospechosa hasta comienzos de abril, cuando el Partido Comunista despidió al ministro de Salud y al alcalde de Beijing y ordenaron mayor transparencia en los informes sobre la epidemia. Reconociendo el error de la respuesta inicial, la versión en inglés del diario oficial China Daily News señaló en un editorial: "la dura realidad exige que las autoridades divulguen información clara para que el público esté informado cabalmente de la situación y pueda tomar las medidas adecuadas". Un artículo publicado en el Asian Wall Street Journal también criticó al gobierno, con estas palabras: "no pensaron primero en la salud del público, sino en el daño social y económico que podría causar el pánico."

Es importante tomar en cuenta que la respuesta de China no violó ningún acuerdo internacional. Como todos los países miembros de la OMS, China es signataria del Reglamento Sanitario Internacional (RSI), sin embargo esto requiere que los países informen sólo sobre unas pocas enfermedades. En la última Asamblea Mundial de la Salud -en Ginebra en mayo, cuando el SRAS dominaba los titulares-, los países miembros de la OMS ampliaron la autoridad de la organización para responder a tales epidemias. Ahora está autorizada a consultar fuentes no oficiales de información sobre brotes y ya no requiere el permiso de sus estados miembros para llevar a cabo investigaciones en el sitio (aunque sí debe informar al gobierno de la presencia y el paradero de su personal).

Estos cambios son parte de un proceso gradual de modernizar el RSI y serán de utilidad si sucede otro brote de SRAS o de otra enfermedad amenazante. Pero de igual importancia es la respuesta voluntaria inmediata de cada país. La transparencia no es siempre muy fácil y mucho menos cuando hay tanto en juego como lo había en el caso del SRAS. Los países afectados saben que si su epidemia les parece a los observadores internacionales fuera de control, esto puede llevar a pérdidas económicas graves. A nivel interno, los funcionarios de salud tienen que alertar a los trabajadores de salud y al público para que estén atentos sin causar un pánico indebido. La apertura y el uso eficaz de la información son clave para ganar la confianza pública que se requiere para evitar los contagios y controlar la epidemia.

La próxima vez

Todavía hay mucho que aprender sobre el SRAS, si su agente patógeno es de verdad un solo virus y qué clase de tratamientos y vacunas pueden ser eficaces para prevenirlo. No hay mejor forma de abordar estos desafíos que a través de un gran número de mentes científicas que evalúan los aspectos tanto epidemiológicos como microbiológicos, a medida que avanzamos hacia un resultado definitivo. Este tipo de trabajo se está realizando en laboratorios y oficinas de salud pública en todo el mundo, y la transparencia y el intercambio de información son esenciales para el éxito de esta tarea.

El planeta cada vez se vuelve más pequeño como resultado de los viajes y del comercio internacional, así como de la explosión demográfica. Es muy probable que surjan nuevas enfermedades amenazantes a nivel mundial como el SRAS. Nunca antes ha cobrado tanta importancia para los funcionarios elegidos y nombrados la cooperación plena con sus colegas internacionales, entidades científicas y organizaciones mundiales de salud en las iniciativas conjuntas para controlar los agentes patógenos nuevos y emergentes. Es imprescindible que trabajemos juntos, con aptitud, rapidez, transparencia y dedicación, elementos que se insertan todos en la mejor tradición de la salud pública.

Robert J. Howard dirige una empresa de comunicaciones para la salud en Duluth,Georgia, EE.UU., y enseña en las universidades de Harvard y Florida del Sur además de en seis institutos del programa nacional de Liderazgo en Salud Pública.

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