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En las dos últimas décadas, las estadísticas de mortalidad de los desastres han puesto de relieve la necesidad de adoptar un enfoque de género que tenga en cuenta las fortalezas y las vulnerabilidades de las poblaciones afectadas. En respuesta a esta necesidad, las agencias internacionales, las ONG, y las agencias de desarrollo han tenido que incorporar progresivamente recomendaciones a sus acciones de emergencia para lograr dos objetivos: identificar y medir aspectos de género que afectan a las mujeres y hombres en la respuesta a, o después de los desastres, y la creación de guías para orientar con enfoque de género el trabajo de los planificadores y personal de campo en la respuesta.

Existen muchas recomendaciones sobre acciones y enfoques para atender las necesidades y fortalezas relacionadas al género entre la población afectada. Estos documentos abarcan  desde acciones de corto plazo (recuperación temprana) a temas tan diversos, como verificar si los papeles de género han cambiado después de la emergencia. Es complejo y dificil identificar las mejores prácticas que han marcado  la diferencia.

Algunos relatos pueden ayudar a poner esta necesidad en perspectiva. Después del tsunami de 2004, las tasas de mortalidad de las mujeres fueron de tres a cuatro veces más altas que las de los hombres. Esta disparidad se debió a determinantes culturales o económicos: en la cultura de los países afectados con frecuencia a las mujeres no se les enseña a nadar, lo que las puso en mayor riesgo cuando llegó el tsunami. Diez meses después, el terremoto en Pakistán dejó un saldo de 78.000 muertes y 100.000 lesionados. Tres cuartas partes de las lesiones más graves se presentaron en mujeres, muchas de las cuales sufrieron lesiones de la columna vertebral. Además, la información recabada mostró que el 20% de las madres lactantes no pudo continuar con la práctica debido al estrés postraumático.

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Esta información demuestra que los hombres y las mujeres se enfrentan a diferentes factores de riesgo en situaciones de emergencia; pero muchas de las recomendaciones que existen para darle un enfoque de género a las emergencias han sido ignoradas. Por lo tanto, antes de decidir si se necesitan nuevas pautas, se debe considerar primero cómo se están usando las herramientas existentes. Cuando se aplican guías sin tener en consideración los determinantes culturales, económicos, y sociales, éstas se convierten en barreras para extender el enfoque de género.

Primero, los trabajadores de socorro pueden percibir que las guías no coinciden con las necesidades y prioridades del campo. La falta de conexión entre política, estrategia y la implementación puede afectar al hecho que el enfoque de género sea integrado o no a los programas actuales o futuros en el campo, y en la comunidad. En segundo lugar, el enfoque de género solo se tiene en cuenta durante intervenciones aisladas debido al corto tiempo que existe en la respuesta y la recuperación temprana. Es probable que no se le haga seguimiento a estas intervenciones. Finalmente, las comunidades afectadas sienten que las pautas son una demanda adicional que exigen las agencias internacionales. Este escenario provoca la resistencia de las partes involucradas a nivel local.

¿Cómo pueden las guías con enfoque de genero promover el tema de una forma más duradera? Una manera es evitar la duplicación de la información. Si existen una multitud de guías o procedimientos, causa confusión y los trabajadores no saben cuáles seguir. Además, esa duplicación de la información impide a los encargados de tomar decisiones en la comunidad entender hasta que punto se deben usar las pautas para tratar temas relacionados con el género. Esos tomadores de  decisiones deben estar involucrados en adaptar las guías de acuerdo a determinantes de salud o socioeconómicos específicos de cada emergencia, y discutir su viabilidad. Además, esas pautas deben ocuparse de necesidades específicas al género en la fase de preparación (antes que suceda una emergencia). Finalmente, tanto los tomadores de decisiones como los que las implementan, deben promover  el uso de pautas de largo plazo con enfoque de género en la planificación de sus programas.

Este artículo fue preparado por la Unidad de Género, Etnicidad y Salud de la OPS. Para mayor información comuníquese con Elsa Gómez en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..