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e elaboraron protocolos y adaptaron metodologías internacionales y otras nacionales de intervención, previstas en principio para atender las amenazas de origen volcánico que atravesaba el país. Las prioridades se demarcaron así: 1) familias, 2) equipos de salud “cuidar al cuidador” y 3) otras organizaciones en territorio que apoyen los procesos de salud mental. . 

El personal especializado (77 psicólogos, 1 psiquiatra), que incluyó a 300 voluntarios, hizo intervenciones de primera línea (contenciones grupales) dirigidas a toda la población, con énfasis en niños y adolescentes. Estas contenciones, según la estadística internacional, identificarían a ese 20% de la población que podría generar trastornos graves derivados de la depresión, ansiedad, carencias, duelo, alteraciones del sueño, consumo de sustancias nocivas, y otros, para brindarles atención en los establecimientos de salud y, de ser necesario, referirles a hospitales en Quito y Guayaquil.

Se fortalecieron además las capacidades del personal de salud, no especializado, para que, en los diferentes niveles y puntos de atención, puedan reconocer posibles casos que demanden abordaje diferenciado.

Se establecieron el acompañamiento psicoterapéutico y las acciones psicosociales para que la población genere habilidades y destrezas para resiliencia y autocuidado; es decir, vayan adaptándose a su nueva situación y desde ahí reconstruyan sus espacios familiares, laborales, académicos, y eviten, sobretodo en los albergues, situaciones de riesgo relacionadas con cualquier tipo de violencia. Hoy se mantienen las medidas de prevención y tratamiento.

A través de la Cooperación Internacional (OPS, ONU-Mujeres, Médicos del Mundo y Médicos sin Fronteras) se fortalecieron el trabajo en la comunidad, la atención psicosocial con enfoque de género, la iniciativa Retorno a la Alegría (enfocada en niños y adolescentes), la atención en primeros auxilios psicológicos y capacitación a personal de salud, y que presta sus servicios en los albergues instalados. 

Resultados obtenidos

32.125 atenciones individuales, familiares y grupales.
42.000 niños, niñas, adolescentes, incluidos en procesos sicosociales.
724 profesionales de salud y otras instituciones públicas capacitados en primeros auxilios psicológicos, como facilitadores en descargas emocionales, y apoyo psicosocial a la comunidad.
77 profesionales de salud capacitados en la guía mhGAP (para los trastornos mentales, neurológicos, y por uso de sustancias en el nivel de atención de salud no especializada) por reacciones al estrés por eventos traumáticos.