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 Photo 81641053 © Etvulc | Dreamstime.com

Las grandes erupciones explosivas son poco frecuentes, incluso en países como Indonesia donde hay muchos volcanes activos; sin embargo, la caída de cenizas puede afectar a miles de personas que viven en sus alrededores y, en ocasiones, mucho más lejos. El Monte Santa Elena, en EUA, provocó una revolución en las medidas de reducción de riesgos en las crisis volcánicas cuando erupcionó en 1980, cubriendo con su ceniza la región central del estado de Washington. A partir de ese desastre icónico, aprendimos que las nubes masivas de cenizas finas movilizadas de los depósitos de cenizas por el viento y el tráfico limitarán severamente la visibilidad e interrumpirán todas las formas de transporte durante días en ausencia de lluvia, y expondrán poblaciones enteras a concentraciones dramáticamente altas de una inhalable mezcla de partículas de ceniza muy finas y gruesas en el aire. Invariablemente, exposiciones tan elevadas que continúan durante semanas o incluso meses, las 24 horas del día, después de erupciones explosivas, no solo interfieren con todos los aspectos de la vida en interiores y exteriores, sino que generan una gran ansiedad con respecto al daño a la salud por respirar aire contaminado durante un período tan prolongado.

La remoción a gran escala de los depósitos de ceniza es esencial para reducir la exposición en estas crisis, aunque solo sea para permitir que se reanude la vida normal, y la enorme tarea involucrará a toda la comunidad, así como a los trabajadores municipales y su equipo. Las exposiciones excepcionalmente altas a las cenizas en el aire durante semanas, e incluso meses, son inevitables y será necesario el uso individual de protección respiratoria para proteger de forma prioritaria a las familias y los trabajadores que están al aire libre.

Antes de las investigaciones urgentes que se realizaron durante la emergencia del Monte Santa Elena, se pensaba que las partículas minerales naturales como la ceniza volcánica eran inertes. Sin embargo, el hallazgo de que el 90% de las partículas de ceniza tenían menos de 10 micrones de diámetro, lo que les permitía ser inhaladas hacia las vías respiratorias superiores e inferiores, generó alarma sobre su potencial de exacerbar trastornos pulmonares preexistentes como el asma y la bronquitis y causar daños en pacientes con enfermedades pulmonares crónicas. Las preocupaciones casi se convirtieron en pánico cuando se descubrió que el mineral sílice cristalino, la causa de la silicosis, una enfermedad ocupacional, estaba presente y presentaba riesgo de exposición en niños y adultos de la comunidad. En la erupción del volcán Soufrière Hills, en la isla de Montserrat, que comenzó en 1995 y duró más de diez años, con caídas de ceniza intermitentes, la concentración del mineral fue lo suficientemente alta como para ser un factor en la toma de decisiones sobre evacuar o no a la comunidad de la isla.

A nivel mundial, la mortalidad infantil por neumonía es elevada en muchos países de bajos ingresos y las exposiciones muy elevadas a las cenizas en el aire pueden aumentar el riesgo agudo. La inhalación de polvos minerales que contienen sílice cristalina puede empeorar el pronóstico de la tuberculosis pulmonar. En el pasado, se atribuía los efectos adversos para la salud de las PM2.5 a la contaminación del aire ocasionada por automóviles; sin embargo, en los últimos años, la opinión científica se ha inclinado hacia la atribución a todas las formas de PM2.5, independientemente de su fuente. Hay muy pocos estudios epidemiológicos sobre las emisiones de cenizas para saber si esto se aplica a las cenizas volcánicas, aunque servirán para aumentar la ansiedad de la gente en una crisis.

Durante más de dos décadas, el sitio web de la Red Internacional de Amenazas Volcánicas para la Salud (IVHHN, por sus siglas en inglés) ha sido un recurso mundial que nos mantiene actualizados sobre las últimas investigaciones disponibles sobre cenizas volcánicas y las medidas de mitigación de la salud.

Este Suplemento es un resumen del primer estudio internacional destinado a evaluar diferentes mascarillas y otros revestimientos faciales para filtrar las partículas finas de ceniza, junto con los hallazgos sobre su usabilidad y aceptación en diferentes entornos culturales. Materiales educativos complementarios, publicados por IVHHN, incluyen folletos en varios idiomas que muestran cómo colocarse una mascarilla y consejos sobre la gama de medidas que existen para protegerse contra la exposición a cenizas volcánicas y no depender solo del uso de la mascarilla.
Encontrar la protección respiratoria adecuada ha cobrado relevancia pública en otras crisis de salud que van desde los incendios forestales en California, EUA, hasta la quema de bosques en Indonesia, sin mencionar la pandemia por la COVID. Este proyecto no podría ser más oportuno.

Peter J. Baxter MD, Instituto de Salud Pública de Cambridge. Universidad de Cambridge, Reino Unido.