Las escuelas promotoras de la salud buscan que los escolares se conviertan en protagonistas permanentes de la lucha por una mejor salud y calidad de vida.

En La Esperanza, una pequeña escuela rural de La Mesa, Colombia, una camada de pollitos se convirtió en material para un novedoso ejercicio didáctico. Un día, a principios del año escolar, los alumnos del séptimo grado fueron invitados a conformar parejas para asumir el cuidado y manutención de un pollo.

Hubo pollitos díscolos que se fugaron y revoltosos que se dedicaron a sabotear las clases; otros enfermaron o fueron tristemente abandonados por sus padres adoptivos. Para los niños tampoco fueron fáciles las cosas: hubo bancarrotas, parejas disueltas y algunas madres cabeza de familia. Fue toda una recreación de las vicisitudes de la paternidad, en un pequeño salón de clases. Y si el objetivo era promover una serie de reflexiones sobre temas como las responsabilidades paternas, las finanzas familiares y las relaciones interpersonales, el ejercicio tuvo su efecto. Cuenta Johana Cortés, una de las niñas participantes en el singular proyecto, “los profesores estaban impactados, los alumnos estaban impactados, también los pollos estaban impactados”.


Una niña chequea su peso como parte de los esfuerzos de su escuela en promover estilos de vida sanos. (Fotos de Marcelo Riccardi Doria)

A lo largo de Colombia y en otros países de América Latina y el Caribe, las escuelas públicas están llevando a cabo experiencias de aprendizaje similares que permiten a los niños incorporar hábitos saludables con originalidad e interés. En el proceso están mejorando sus dietas y aumentando su actividad física, adquiriendo autoestima y evitando conductas riesgosas, y participando activamente en programas comunitarios, como jornadas ecológicas o actividades de reciclaje.

El origen común de estos programas es la estrategia conocida como “Escuelas Saludables”, que se viene implementando en Colombia y el resto de la región desde finales de los años noventa. “La idea es promover salud y desarrollo en el contexto de la vida diaria de los niños, y eso por supuesto incluye a la escuela”, señala Josefa Ippólito-Shepherd, asesora regional de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en promoción de salud y educación para la salud. “El objetivo es que los mismos niños y niñas se conviertan en protagonistas de la búsqueda permanente de una vida más sana y mejor, no solamente para ellos sino también para sus familias y sus comunidades”.


Las escuelas promotoras de salud buscan crear ambientes saludables donde los ninos pueden crecer y desarrollar tanto en lo físico como lo emocional e intelectual.

Los primeros pasos

La Iniciativa Regional Escuelas Promotoras de la Salud, lanzada por la OPS en 1995, se orienta a crear condiciones propicias para el aprendizaje y el mejoramiento de la calidad de vida de los niños, adolescentes y jóvenes, cuyos beneficios se prolongan al resto de la comunidad educativa: profesores, directivos y padres de familia. Dos años después del lanzamiento, el Ministerio de Salud colombiano respondió al llamado comprometiéndose a liderar su implementación a nivel nacional. Sin embargo, la iniciativa tenía una visión integral, en la cual debían comprometerse todos los sectores posibles a nivel regional y nacional.

Vino entonces un largo proceso de concertación entre el Ministerio de Salud y el de Educación Nacional, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y la OPS. Tal alianza produjo, a principios de 1999, los lineamientos nacionales para el desarrollo de la estrategia.

Titulado “Escuela saludable, la alegría de vivir en paz”, el documento estandariza una serie de conceptos centrales y establece un plan operativo con responsabilidades sectoriales, además de una serie de indicadores para medir el progreso de la estrategia. También se propone como meta que en el plazo de seis o siete años, el 80% de los centros educativos y de las Secretarías de Salud municipales se incorporen.

Ingredientes de una Escuela Promotora de la Salud

Aunque no hay una fórmula predeterminada para crear una Escuela Promotora de la Salud, sí hay una serie de principios claves que pueden orientar el proceso. Según la Iniciativa Regional Escuelas Promotoras de la Salud de la OPS, toda escuela saludable debe:

• Involucrar a todos -desde maestros, alumnos y familiares hasta líderes comunitarios y personal sanitario- en el proceso de toma de decisiones y en la ejecución y evaluación de las actividades.
• Ofrecer una educación integral en salud, que incluya la formación en habilidades para la vida con el fin de fortalecer hábitos saludables y factores protectores y a su vez reducir factores de riesgo.
• Proporcionar un ambiente seguro, agradable y saludable, que cuente con medidas de higiene y agua potable, un ambiente limpio del humo de cigarrillos y libre de drogas, violencia y abuso emocional o físico.
• Suministrar a los profesores los insumos y la capacitación adecuados.
• Facilitar el acceso a servicios de salud, consejería, nutrición y actividad física.
• Promover valores de respeto mutuo, igualdad de géneros y bienestar individual y colectivo.
• Trabajar en el mejoramiento de la salud de toda la comunidad.

Si bien en la práctica la estrategia adquiere diferentes formas en contextos diversos, en general promueve actividades en tres áreas: formación en habilidades para la vida, ambientes saludables y acogedores, y servicios de nutrición, salud y actividad física.

La forma como se abordan estos temas varía de una escuela a otra, dependiendo de sus necesidades. Los pollos de La Esperanza, por ejemplo, eran una acción concreta que buscaba dar una lección práctica sobre salud sexual y reproductiva. Luz Marina Caicedo, coordinadora académica de la escuela, explica que a lo largo del año se realizan otras actividades con objetivos específicos. “Nosotros aquí manejamos el Día Mundial de la Salud, jornadas de limpieza, caminatas ecológicas, proyectos de manejo del tiempo libre y escuelas deportivas”.

Esas actividades sirven como complemento de otros esfuerzos a largo plazo, tales como incorporar temas de salud en los currículos y hacer inversiones en la infraestructura escolar, desde la instalación de agua potable y baterías sanitarias hasta la siembra de árboles.

Una de las ventajas de Escuelas Saludables es su flexibilidad. Ofrece lineamientos generales, realiza todas las asesorías técnicas que sean necesarias y abre la posibilidad de que se destinen recursos para ejecución, pero no obliga a nadie a hacer nada. Por el contrario, deja espacio a la participación, la creatividad y las iniciativas locales para abordar los problemas propios de cada comunidad.

Este criterio de autonomía ha permitido que la estrategia haya tomado rumbos distintos y originales según la región. Por ejemplo, una de las primeras cosas que hicieron en Ubaté, municipio ubicado al noreste de Bogotá, fue dotar a las escuelas de espejos. Una simple medida que permite a los alumnos, provenientes de remotas zonas rurales, mejorar su presentación e higiene personal. También se introdujeron clases para padres para que los hábitos saludables adquiridos en el colegio se fortalezcan en los hogares, y no al contrario.

Sumar esfuerzos

Para la realización de todas esas iniciativas hace falta dinero. En Colombia, el Ministerio de Salud asumió el sostenimiento económico de la estrategia en sus primeros años y sigue apoyándola con partidas presupuestales anuales a las regiones. Sin embargo, cada municipio puede o no invertir en la estrategia. No están obligados.

Tal característica puede dar la impresión de que Escuelas Saludables es una estrategia frágil, pero sus defensores sostienen que la realidad es otra. Mayden Cardona, su actual coordinadora nacional, explica que las regiones han reconocido sus bondades: “Escuelas Saludables ha tenido mucha acogida porque facilitó mucho el trabajo de promoción de salud y prevención de enfermedades con población escolarizada, con docentes y con padres de familia”.

En los casos en que las autoridades locales, por la necesidad de atender otras prioridades o simplemente por desinterés, no asignan recursos, los colegios recurren a otros modos de financiamiento. En La Esperanza, por ejemplo, han acudido a donaciones para conseguir cestos de la basura, rifas para comprar grabadoras, presentaciones de cine para adquirir material didáctico y, en ocasiones, los mismos docentes compran con su dinero las cosas que hagan falta. Tal fue el caso de los pollos.

Otro tanto han hecho en Ubaté, municipio cuyas escuelas saludables, ocho en total, esperan recibir recursos en el futuro cercano. Mientras tanto, la cooperación de la comunidad ha recompensado la demora. La Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria proporcionó árboles para las campañas ecológicas, el basurero municipal programó visitas didácticas sobre reciclaje y un médico local ofreció su trabajo voluntario para realizar las valoraciones médicas de los alumnos.

De la higiene a las habilidades para la vida

Hasta mediados de los años 90, los programas de salud de las escuelas en América Latina y el Caribe estaban dirigidos a mejorar la higiene y las condiciones sanitarias, prevenir las enfermedades transmisibles, tratar las afecciones y proporcionar seguimiento médico y revisiones periódicas.

“Los programas iniciales fueron importantes para la salud de los niños y las comunidades, pero no iban mucho más allá”, destaca Josefa Ippólito-Shepherd, asesora regional de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en promoción de salud y educación para la salud. La Iniciativa Regional Escuelas Promotoras de la Salud, lanzada por la OPS en 1995, supera significativamente el concepto tradicional de la salud escolar.

Un año después del lanzamiento de la iniciativa, 11 países se reunieron para conformar la Red Latinoamericana de Escuelas Promotoras de la Salud durante un encuentro organizado por la OPS en San José, Costa Rica. En 2001, 14 países del Caribe lanzaron su propia red. Hoy todos los países de la región se han sumado a la iniciativa, lo que significa la participación de decenas de miles de escuelas por todas las Américas.

La OPS ha seguido apoyando esos esfuerzos a través de cooperación técnica, enfocada a poner la estrategia en conocimiento de los responsables de formular políticas, creando alianzas entre diversos sectores, analizando y actualizando políticas y legislación, patrocinando encuentros regionales y capacitación y prestando asistencia en el desarrollo, implementación y evaluación.

El reto ahora, dice Ippólito-Shepherd, es lograr involucrar y obtener el compromiso del conjunto de la sociedad. “El éxito –explica Ippólito-Shepherd– dependerá en gran medida del nivel de compromiso de los países y de qué tan bien los diferentes sectores puedan desempeñar un papel de liderazgo. Necesitamos animar a los líderes comunitarios, a los responsables de formular políticas y a otras personas influyentes para que se conviertan en defensores de la iniciativa, así se puede incrementar la presencia de escuelas promotoras de la salud y movilizar el apoyo y los recursos públicos”.

Patricia Segurado, asesora en salud ambiental en la oficina de la OPS en Colombia, destaca que Escuelas Saludables considera que los propios niños son actores clave en su realización. “Los niños pueden aglutinar a las comunidades para contribuir a su desarrollo. Y ese trabajo conjunto de comunidades e instituciones redunda en una sociedad mejor”.

Ippólito-Shepherd agrega: “Es obvio que la fuerza impulsora a nivel local son las personas comprometidas con la idea de construir escuelas saludables, pero para ampliar el alcance del programa también es importante contar con liderazgo a nivel nacional y con recursos humanos y financieros”.

La experiencia de Colombia corrobora ambos conceptos. Hacia el 2002, los cálculos del Ministerio de Salud indicaban que 1.248 escuelas del país habían adoptado la estrategia. No obstante, ese año hubo en Colombia una gran reestructuración de las entidades del Estado que incluyó la desaparición de algunos ministerios, el rediseño de otros y una nueva distribución de funciones para todos, proceso que no se completaría hasta el año siguiente.


Los alumnos de las escuelas promotoras de salud pueden convertirse en agentes propios de cambio, ayudando a crear familias, comunidades y sociedades más sanas.

“Ese fue un año quieto para la estrategia –dice Cardona– sobre todo porque no se definió claramente quién tendría a cargo la ejecución”. Una de las implicaciones más importantes que esto tuvo fue que, junto a la ausencia de coordinación, se perdió cualquier seguimiento.

En 2003, Cardona fue nombrada responsable de coordinar la estrategia a nivel nacional y comenzó a reanudar los contactos con las regiones para evaluar el estado del programa. En ese proceso se encontró, no sin sorpresa, con que el número de escuelas que aplicaban la estrategia no había variado mucho, que las entidades territoriales seguían asignando recursos y que, en términos generales, la estrategia había caminado por sí misma durante todo ese tiempo.

Desde su oficina en el nuevo Ministerio de la Protección Social, Cardona también restableció los contactos con los antiguos socios de la estrategia. De esta forma se reactivó el Comité Técnico Nacional, con la novedad de que se incorporaron nuevos miembros al esfuerzo: el Ministerio de la Protección Social; el Ministerio de Educación Nacional, Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial; el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar; el Servicio Nacional de Aprendizaje, la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional, entre otros.

A partir de esas nuevas adhesiones, la estrategia comenzó a tomar un rumbo nuevo e interesante. Por aquellos días, la OPS se encontraba promoviendo en la región una estrategia de viviendas saludables en el marco de la estrategia de Atención Primaria Ambiental. Entonces les pareció que articular ambas estrategias en un solo contexto de entornos saludables era la mejor manera de ponerlas en funcionamiento. El documento que describe los nuevos lineamientos ya se encuentra prácticamente listo y está en proceso de ser firmado por todos los ministerios y entidades involucrados.

Experiencias positivas

Cuando los nuevos lineamientos se encuentren en las manos de los coordinadores regionales y de las escuelas, antes de mediados de 2007, también se conocerán los resultados de la primera evaluación oficial de la estrategia. Los resultados parciales recogidos hasta el momento hacen suponer que el balance será positivo. En mayor o menor medida, la estrategia está presente en los 31 departamentos del país y en el Distrito Capital. Entre los nueve departamentos evaluados hasta ahora, suman casi 2.000 escuelas saludables, lo cual permite estimar que en el país hay 500.000 alumnos beneficiados con el programa.

Más allá de las cifras, muchas veces lo que cuenta son las experiencias positivas que ha dejado este proceso. Tal como señala Caicedo, “La participación de los papás ha aumentado y hemos visto también que los muchachos empiezan a valorar su entorno y a involucrarse en los proyectos. De hecho tenemos chicos que no hay forma de sacarlos del colegio, y nos toca decirles ‘váyanse a la casa’, porque no se quieren ir”.

Hay historias parecidas en otras instituciones. Nubia Carrasco, operativa de la estrategia en Ubaté, destaca que gracias a los seguimientos médicos han podido remitir a especialistas a chicos que tenían enfermedades graves, han detectado casos de maltrato y han visto notables cambios en cosas tan sencillas como la presentación y la higiene personal.

En cuanto a los pollos de La Mesa, bueno, algunos de ellos no soportaron la prueba y otros terminaron sus días en el almuerzo de un paseo escolar. Alejandro Ortega, uno de los chicos involucrados en el proyecto, vendió el suyo y con el resultado de la venta se compró más pollos. La suerte del animalito de Johana Cortés es un poco más incierta.

“Mi pollo lo tiene mi papá”, dice Johana. “él se lo quiere comer, pero yo creo que está vivo”.

Marcelo Riccardi Doria, periodista colombiano, reside en Bogotá.

Iniciativas saludables

La estrategia de Escuelas Promotoras de la Salud se ha concretado de diferentes formas en todos los países miembros de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Algunos ejemplos:

• En Argentina destaca la labor de la provincia de Salta, que desde 1998 viene trabajando de manera intersectorial, con la capacitación de equipos multidisciplinarios y la creación de redes que vinculan a la personal de diferentes ministerios.
• En Bolivia se ha enfocado los esfuerzos hacia la educación en salud sexual y reproductiva con perspectiva de género.
• En Brasil se ha logrado el compromiso institucional con la promoción de salud. Destaca en particular el esfuerzo del municipio de Río de Janeiro, donde la población escolar se calcula en 757.000 alumnos, que viene implementando la estrategia desde el 2000.
• En Chile las escuelas saludables han generado programas de capacitación en alimentación y nutrición, salud oral, disminución del tabaquismo y aumento de la actividad física.
• Cuba, uno de los primeros países en adoptar la estrategia, tiene más de 2.000 escuelas y 22 universidades implementando escuelas promotoras de salud.
• En México la promoción de salud se ha mantenido muy cercana a la sensibilización y capacitación en la preservación del medio ambiente.
• En Perú, regiones como Lima, Ayacucho y Cusco, con el programa Patios de Recreos Saludables han unido la promoción de salud y la recreación. De la misma forma, las instituciones educativas han incluido temas de salud en sus currículos a la vez que han fomentado la higiene personal, mejorado su infraestructura y capacitado a los docentes.
• En El Salvador se ha hecho especial énfasis en la alimentación escolar. En 2005 se beneficiaron de la estrategia más de 28.000 maestros y 750.000 estudiantes. Más de 360.000 recibieron refrigerios como complemento nutricional.
• En Venezuela, destaca el estado de Aragua que ha establecido una serie de estándares mínimos para la certificación como Escuela Promotora de la Salud. Se da especial importancia a la nutrición, salud oral y la capacitación de los docentes, entre otros aspectos.

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Adulteraciones letales

La genética al servicio de la gente

La salud asiste a clase

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Cómo definir las prioridades en salud

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