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La gripe aviar:
cómo comunicar el riesgo

Las siguientes recomendaciones tienen como premisa que motivar a las personas para que empiecen a tomar en serio la gripe aviar debería ser una prioridad para los gobiernos, y que las estrategias de la comunicación de riesgos ofrecen la mejor orientación en cuanto a cómo hacerlo. Por cierto, las autoridades de salud de todo el mundo variarán en su uso de estas recomendaciones. ¿Funcionarán bien? Nadie lo sabe todavía.

1. Póngase en el lugar del público

Si se dice a las personas que creen en X que lo que deben creer es Y, es natural que haya resistencia. No se puede ignorar a X y repetir Y-Y-Y-Y-Y. No se le puede decir a la gente simplemente que está equivocada. Tiene que empezar donde ellos están, en X, y explicarles enfáticamente por qué X parece lógico, por qué tanta gente lo cree y por qué usted solía pensar así también… y por qué, sorpresivamente, resulta que Y está más cerca de la verdad.

Tratar de tranquilizar demasiado a la gente es una forma terrible de comunicar el riesgo. Por lo general, la gente desconfía de este tipo de afirmaciones.

El principal obstáculo que se encuentra para dar la alarma sobre la gripe aviar es que se trata de gripe, que se percibe como una enfermedad aburrida. Sería bueno si la gente dejara de llamar a cada infección respiratoria menor "un toque de la gripe", pero eso no va a pasar. La empatía es la única respuesta. En vez de pasar por alto lo que la gente piensa, que la gripe es un mal menor, o de regañarlos por pensarlo, hay que reconocer que hasta algunas autoridades de salud pública utilizan el término "gripe" para minimizar su gravedad. (Recientemente, en un acto público, un alto funcionario de salud de Estados Unidos pidió excusas por la ausencia de su esposa debido a una "gripe estomacal", un término inapropiado). Después de hacer causa común con el público -"todos hemos ignorado la gripe por demasiado tiempo"- hay que hablar acerca de lo terrorífica que puede ser la próxima pandemia de gripe comparada con la gripe anual.

2. No tenga miedo de asustar a la gente

Invocar el miedo nunca ha sido bien visto, pero la investigación ha demostrado su eficacia. Aunque, en general, la gente no permanece asustada por mucho tiempo, asustarla un poco, por poco tiempo, induce a pensar y actuar con precaución (suponiendo que sea posible tomar algunas precauciones).

Hay una excepción fundamental. Cuando alguien ya está aterrorizado, asustarlo más puede llevarlo a que no quiera ver la realidad. Por ejemplo, las mujeres a veces evitan autoexaminarse los senos, no porque el cáncer del seno las asusta muy poco, sino porque las asusta demasiado. En los lugares donde la gripe aviar es endémica, el pensamiento mágico y la negación ya son un problema. "No tengo miedo de la gripe aviar... Debí haber sido el primero en morir cuando la enfermedad atacó el año pasado. Pero mire, aún estoy sano", le dijo un carnicero tailandés de la provincia de Roi Et al diario Bangkok Post, en febrero de 2005. El Post señaló que "La única protección que usaba este carnicero eran guantes de nylon". Sin embargo, en casi todos los países el problema es la apatía y no la negación. Hasta que no empiece una pandemia, hay pocas probabilidades de que asustemos demasiado al público.

 Photo from a press conference
Shigeru Omi, director regional para el Pacífico occidental de la OMS, y el portavoz, Peter Cordingley, informan a la prensa durante una conferencia regional de ministros de salud sobre la gripe aviar, celebrada en Bangkok, Tailandia, en 2004. (Foto WPRO/OMS)

Está claro que las pruebas resultantes de la investigación no lo pondrán a salvo de las críticas. Invocar el miedo suele provocar enojo y rechazo del público, que cuestiona sus motivos o su competencia; lo acusarán de "dar falsas alarmas" o de causar "el cansancio ante las alertas" o de sembrar el pánico. Esto ocurrió cuando Shigeru Omi, jefe de la Oficina Regional del Pacifico Occidental de la OMS, dijo que en el peor de los casos una pandemia de gripe aviar podría matar hasta 100 millones de personas (una estimación muy justificada). Claro que emitir alertas que no son necesarias tiene sus inconvenientes. A pesar de que es poco probable que cunda el pánico y de que sabemos que el cansancio ante las alertas es temporal, hay una cierta pérdida de credibilidad, en especial si las alertas eran exageradas o revelaban exceso de confianza. Pero si se consideran las opciones, ¿qué es peor: ser criticado por atemorizar "sin razón" o por no alertar a la gente?

3. Reconozca la incertidumbre

En 2004, cuando amainó la primera epidemia de gripe aviar en Tailandia, un alto funcionario público dijo: "La primera ola del brote de gripe aviar ya pasó… pero no sabemos cuándo vendrá la segunda y la situación nos hace desconfiar... Por eso, el Ministerio de Salud Pública actúa con el máximo cuidado posible". Esto es un buen ejemplo de dos principios de la comunicación de riesgos: reconocer la incertidumbre y no dar demasiada seguridad. Durante el primer brote ocurrido en Malasia, se esperaban los resultados de las pruebas para determinar cuál era la cepa que estaba matando a los pollos. El funcionario jefe de salud veterinaria Hawari Hussein dijo, "Sabemos que es H5, pero esperamos que no sea H5N1." Este comentario no sólo reconoce la incertidumbre sino que expresa deseos, otra buena idea de la comunicación de una crisis. Todos compartían la esperanza de Hussein, pero temían lo peor.

Tranquilizar demasiado al público y darle demasiada seguridad ("la situación está bajo control, todo va a salir bien") es una forma terrible de comunicar el riesgo. Es paradójico, pero la gente siente que estas afirmaciones son alarmantes. Percibe la falta de sinceridad y desconfían antes de conocer el desenlace. Por otra parte, las advertencias que revelan mucha confianza son insensatas. Son tantas las cosas que no sabemos del H5N1. ¿Será capaz de transmitirse eficientemente de un ser humano a otro y de suscitar una pandemia? Si esto ocurre, ¿se volverá menos mortífero en el proceso o quizás deje de serlo totalmente? ¿Cuán rápido se propagará? ¿Qué cantidades de medicamentos antivirales estarán disponibles en distintos lugares del mundo y cuál será su eficacia? ¿Cuánto tiempo hará falta para contar con una vacuna eficaz? ¿Cómo pueden los sistemas de salud enfrentar con éxito esta situación?

Los expertos en gripe aviar y los comunicadores de riesgo no pueden responder a estas preguntas. Pero podemos y debemos plantearlas, y reconocer nuestra incertidumbre en todo momento.

4. Comparta los dilemas

Compartir los dilemas se parece mucho a reconocer la incertidumbre. Además de que no tenemos certeza de lo que va a ocurrir, tampoco estamos seguros de lo que se debe hacer. A todos nos parece que esto es difícil de aceptar. Pero compartir los dilemas tiene enormes ventajas:

  • Humaniza a la organización porque el dolor de tomar decisiones difíciles está a la vista.
  • Brinda la oportunidad de hacer sugerencias y de tomar parte en el proceso.
  • Modera el conflicto entre recomendaciones antagónicas.
  • Reduce los ataques si resulta que está equivocado.

Los funcionarios que hacen que las decisiones difíciles y controvertidas parezcan fáciles y obvias satisfacen el deseo pasivo de la gente de ser cuidados por un gobierno que todo lo sabe. Luego, el público se siente con derecho a culpar al gobierno si las cosas salen mal. Compartir el dilema crea cierta ansiedad al principio, pero después se suma al lado resistente, habilidoso y maduro de la gente. Esto lleva a una mejor aceptación y a sobrellevar los obstáculos que puedan surgir.

Actualmente, el dilema más importante que nos plantea la gripe aviar es el almacenamiento. Si acumulamos antígeno para el H5 o una vacuna contra el H5N1 (cuando exista), se podrían salvar millones de vidas, si la pandemia se materializa. Pero la vacuna no es una solución mágica. Quizás, no se pueda fabricar y distribuir suficiente cantidad de vacunas para todo el mundo. ¿Y si no ocurre la pandemia? ¿Qué sucede si el virus muta o se desplaza enormemente y la vacuna resulta de poca utilidad? ¿Es realmente una buena forma de invertir el poco dinero asignado a la salud, en especial en los países en desarrollo? Quizás debamos almacenar medicamentos antivirales. Pero son costosos y no se sabe si servirán contra la verdadera cepa pandémica que pudiera surgir. La peor respuesta al dilema del almacenamiento es también la más tentadora: almacenar sólo una poca cantidad de vacunas y antivirales y dar a entender que se tiene suficiente. La respuesta de la comunicación de riesgos es: comparta el dilema y deje que el público lo ayude a decidir.

5. Permita que la gente participe

Una razón que se esgrime para no alarmar al público es que de todas maneras la gente no puede hacer nada. Un artículo publicado el 13 de enero de 2005 en el Wall Street Journal citaba a Richard Schabas, un experto canadiense en enfermedades infecciosas que decía: "Asustar a la población con la gripe aviar no sirve de nada, ya que no le estamos pidiendo que haga algo al respecto". Pero el error no está en asustar a la gente, está en no darse cuenta -y en no decirles- todo lo que pueden hacer para prepararse.

Ayudar a resolver los dilemas de política es apenas el principio. Tailandia ha entrenado a casi un millón de voluntarios para llegar a cada pueblo del país e informar a la gente sobre los riesgos y los signos de la gripe aviar, y de cuál es la forma de proteger sus vidas y la de sus aves. Muchas empresas, hospitales, escuelas y gobiernos locales de todo el mundo han empezado planes de continuidad de servicios y actividades en caso de una pandemia. Hasta con simulacros cognitivos y emocionales -aprender más del virus H5N1 y pensar cómo puede ser la pandemia y cómo se afrontará- es una forma de preparación y participación. Las normas de la OMS para los brotes epidémicos dicen: "Si fuese posible, los representantes del público deben formar parte del proceso de toma de decisiones… Los mensajes de comunicación de riesgos deben incluir información sobre lo que el público puede hacer para estar más seguro".

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